trainer

Siempre he sido un poco vaga a la hora de hacer ejercicio, pero por otro lado, siempre he tenido muchas ganas de estar en forma y cuidarme. Como veía que yo sola no lo conseguía, decidí contratar un personal trainer. Sí, uno de esos entrenadores personales que ahora están tan de moda.

Maldito el momento que lo contraté… aunque disfruté como nunca. Firmamos un contrato de dos meses y tuve que pagar por adelantado, pero ya me dijo que una vez formalizado el contrato no dejaría pasarme ni una. He de decir que al cabo de dos meses estaba ya en plena forma, pero madre mía, que fuerza de voluntad! Y es que a parte de ser un poco vaga también tiendo a cuidarme poco: como mal, duermo mal, tengo hábitos un poco desordenados… El trainer tuvo mucha paciencia…

Estas son algunas de las anécdotas que transcurrieron durante esas ocho semanas:

  • Uno de los primeros días me dijo que controlaría un poco las comidas para asegurarse de que no comía pastelitos y macarrones todo el día. Me obligó a comer una ensalada, pero la verdad es que no me apetecía nada. Yo aún lo conocía poco y no pensé que se lo tomara tan en serio, pero el tío no estaba dispuesto a dejarme pasar nada. Al cabo de tres horas y media delante del plato, me soltó tal cual «o la ensalada o mi polla». tan serio lo dijo, que no supe reaccionar y me quedé roja mirando el plato. Unos minutos más tarde se levantó y se bajó los pantalones sacándose toda la verga erecta. Entonces ya ví que iba en serio y pensé que me salía más a cuento hacer esto, por lo que me arrodillé y me la puse en la boca. La cosa no acababa aquí, porque me dijo que habíamos perdido 4 horas y que por tanto se la tendría que estar chupando durante 10 minutos seguidos y haciendo movimientos con la cadera y con el culo para quemar calorías. No estuvo del todo mal, me gustó bastante.
  • Otro día el chico fue más directo. Estaba claro que el sexo formaba parte de sus rutinas. Fuimos a correr por la montaña y cuando pasamos por un lugar en dónde no había nadie me dijo que ahora tocaba follar 14 minutos. Se lo tomaba como una rutina más, siempre muy serio. Follamos detrás de un arbusto lleno de moras y al cabo de 14 minutos exactos, sacó la polla de dentro mío y se la guardó. Yo la verdad es que me ponía a mil. Mientras me subía los pantalones cogí un par de moras y me las comí, con tan mala suerte que me vió y me dijo que eso eran un montón de calorías. Se enfadó bastante y me dijo que me bajara los pantalones otra vez. Yo ya estaba un poco cachonda porque ya me imaginaba que la notaría otra vez caliente dentro de mi coño, pero lo único que hizo es darme la vuelta y darme algunos azotes con unas ramas que encontró por el suelo. Por culpa de eso, tuvimos que correr 20 minutos más como castigo.
  • Otro día hicimos una sesión de bicicleta estática. Yo pensaba ya más en follar con él otra vez que en cualquier otra cosa, pero aún así me esmeré en recorrer -sin moverme del lugar- los 53 km que tenía asignados para esa tarde. Me puse muy ligerita de ropa y el se quedó impasible mirando como hacía uno por uno todos los km. Cuando llegué al último, decidí pasar a la acción y me acerqué a él. No tuve duda que hacía lo correcto cuando vi el mega bulto que se le estaba poniendo en el pantalón. Me acerqué a su oreja y le susurré que quizá aún faltaban unas cuantas calorías ara quemar ese día, y sin que él pudiera evitarlo le bajé la cremallera del pantalón.

Mira que habíamos follado otras veces, pero hasta ahora todas habían sido polvos funcionales dentro de un plan deportivo. Esta vez, pero, fue diferente. Nos corrimos ambos envueltos en una ardiente pasión y notamos cada uno de los poros de nuestra piel. Terminamos en la cama probando mil y una posturas para ver cuales eran las que mejor nos iban y las que nos ayudarían a estar más en forma.

Ahora que ya ha pasado un tiempo y he visto que tengo algún kilito de más, no dudo en volver a contratarlo…

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